Vídeo de boda en Navarra

Boda de invierno en Cabanillas

¡Cómo nos gustan las bodas de invierno! Y más aún cuando se celebran en una iglesia románica llena de encanto, como es San Juan de Jerusalén, en un pueblo pequeñito (Cabanillas, en Navarra). Las bodas en pueblitos tienen un yo-que-sé que las hace muy especiales. Un ritmo distinto, más tranquilo y a la vez muy intenso, porque son todo un acontecimiento en el pueblo. ¡Todo el mundo sabe que hay boda! Las señoras se asoman a la ventana para ver pasar a la novia y se acercan a la iglesia a cotillear cómo está decorada. Los amigos y familiares acompañan al novio, que pasa a buscar a la novia por su casa… Pero wait, wait! Empecemos por el principio!

Diciembre. Mañana fresquita. A Edu le acompañaban sus amigos, que le ayudaron a prepararse en casa. Últimos ajustes del traje, gemelos y una rondita de consejos (ellos se habían casado este verano y ya se sabe, la experiencia es un grado). Y además, regalo inesperado. Primer momento lagrimilla del día.

A poco más de 100 metros, la casa de Esther. Era un hervidero. Sus amigos de la uni, sus padres, su hermano, los abuelos… Y en la planta de arriba, Esther poniéndose el vestido. Sus amigas se emocionaron nada más verla… ¡Es que estaba increíble! Un vestido con capa de Estela Garro (un tres piezas realizado en crepè y guipour) con el que parecía una princesa. Nos gustó todo. Pelo suelto, tocado de paniculata, joyas con rollo vintage y un ramo precioso. ¡Una novia de cuento!

Edu pasó a recoger a Esther por su casa. Con medio pueblo siguiéndole. Hubo first look con público, aplausos y vivan-los-novios y desde allí, todos en comitiva hasta la Iglesia. Es una iglesia con un pasado románico, muy pequeñita y estaba llena hasta los topes! Nadie se quería perder la boda del año!!

Ceremonia top. De esas de sacar el pañuelo varias veces porque imposible contener la emoción.

Alex y Miguel nos contaron la historia de La tortilla de macarrones, el Jaegermeister y la Coca-cola. Y la de los huevos fritos en Fiestas.  Yoli nos recordó una cita célebre del Quijote, que hizo suyo:

«Bien podrán los encantadores quitarme la aventura,
pero el esfuerzo y el ánimo será imposible.«

 

Y  la guinda de la ceremonia la puso la madre de la novia que les dedicó una canción. Olé y olé por esas madres valientes que se arrancan a cantar!

En fin, que os podríamos contar mil cosas del día. Porque tela también con la fiesta, que hubo bingo y todo. Pero nos guardamos en la memoria la mirada de Esther y Edu cuando se pusieron los anillos… ¡Qué bonito es el amor!

 

 


 

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